
El 23 de junio es el Día internacional de los Servicios Públicos. Este año podemos celebrarlo sin las medidas tan restringidas que trajo consigo lo peor de la pandemia, aunque no olvidamos lo que ha supuesto la pandemia para los trabajadores de los servicios públicos, quienes mantienen en marcha a la sociedad. Conmemoramos a los trabajadores que dedican sus vidas a prestar servicios públicos y garantizar a las personas el disfrute de los derechos humanos. Trabajadores del sector de residuos, cuidadores, bibliotecarios, funcionarios públicos, personal penitenciario, bomberos, recaudadores de Hacienda, estadísticos, ingenieros, trabajadores sociales, matronas, recepcionistas, personal de limpieza… la lista podría continuar. Juntos, cumplimos con las personas 24 horas al día, todos los días de la semana. El Día internacional de los Servicios Públicos es el Día dedicado a estos trabajadores.
En los primeros días de la pandemia del covid-19 se pudo presenciar cómo el mundo homenajeaba a los trabajadores en la línea de frente; aclamándoles y aplaudiéndoles confinados en sus hogares. Fue una muestra de apreciación positiva, pero no es suficiente. La FSESP reclama un cambio. Los aplausos y las palabras amables no sustituyen a la subida de los salarios, una mejora de las condiciones laborales y unos niveles de personal seguros. Debemos fortalecer nuestros servicios públicos, que son claves para abordar el cambio climático, aportar progreso social y lograr la justicia social.
Los trabajadores de los servicios públicos sienten la opresión de la inflación sobre los salarios de forma particularmente perjudicial. Más de una década de austeridad, con despidos, congelaciones salariales y paralización total de contratación de personal, ha sumergido en la vulnerabilidad a muchos trabajadores de los servicios públicos. Con una inflación situada para este año en el 6,8 % dentro de la Unión Europea, – que asciende al 9 % en Reino Unido, al 9,6 % en Serbia y al 69,9 % en Turquía, una vez más son los trabajadores quienes se ven en apuros.
Durante tiempo, la FSESP viene avisando sobre las consecuencias de la liberalización y comercialización de los servicios públicos. No aportan beneficios a las personas trabajadoras y acaban con el pilar de estabilidad que constituyen nuestras economías y sociedades. Estas prácticas conducen a la desviación hacia empresas lucrativas de dinero y recursos públicos. Un excelente ejemplo de estas consecuencias es la empresa multinacional francesa de cuidados, ORPEA.
Los trabajadores de los servicios públicos quieren un cambio. En las últimas semanas, hemos salido a la calle y participado en acciones sindicales para reclamar una mejora salarial, mejores condiciones laborales y más personal. A no ser que se solucionen estos factores de manera urgente, los trabajadores de los servicios públicos lucharán por cumplir con los servicios de calidad que se esfuerzan por proporcionar.
Y, podemos ser positivos. Los sindicatos de toda Europa están demostrando que el cambio es posible. En Reino Unido, el sector de residuos ha experimentado recientemente una avalancha de controversias y acciones, y los trabajadores ven cómo han logrado un salario mayor. Los sindicatos noruegos han logrado aumentos salariales significativos para los trabajadores municipales y estatales. Nuestra afiliada alemana ver.di ha conseguido un éxito extraordinario para 330 000 trabajadores sociales y educadores que les aportará más tiempo libre y un salario mejor. Estos ejemplos alientan a los trabajadores a lograr salarios más altos y unas condiciones laborales mejores en toda Europa y el mundo.
Hoy, homenajeamos a los trabajadores de los servicios públicos que permanecen en activo en medio de un conflicto armado, como los que están en Ucrania. Su lucha es diaria; y arriesgan sus vidas por intentar proveer a sus comunidades de energía, agua y servicios sanitarios entre otros. ¡Larga vida para los trabajadores de los servicios públicos!
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